En fechas recientes se anunció que el Ayuntamiento de Mérida iba a solicitar al Gobierno de Extremadura la declaración de la Plaza de Toros de Mérida como Bien de Interés Cultural, por razones de protección del edificio y con ocasión del centenario de su inauguración, que se celebra este año.
Plaza de Toros de San Albín, Mérida. Fotografía: Archivo del CCMM
En caso de aprobarse aquella declaración, lo que supondría otorgar a la plaza la máxima protección que concede la legislación de patrimonio histórico y cultural, se culminaría el proceso iniciado en el año 2000, cuando la Plaza de Toros fue incluida en el el Catálogo de Elementos Arquitectónicos Protegidos del Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico-Arqueológico de Mérida.
Plano de alzado principal. Fuente: PGOU Mérida
En el libro "Mérida" (Consorcio Ciudad Monumental de Mérida), Francisco Morgado y Yolanda Barroso nos informan que la plaza se comenzó a construirse en los primeros años del siglo, celebrándose la corrida inaugural el 5 de julio de 1914. La sociedad "La Taurina Extremeña" fue la que gestionó su edificación eligiendo para su emplazamiento el Cerro de San Albín, según proyecto del arquitecto provincial Ventura Vaca. Al igual que en el Mercado de Calatrava, se fusionó la estética neomudéjar con la arquitectura del hierro. El edificio se levanta sobre una planta circular que se eleva en tres alturas que presentan al exterior, cada una de ellas, tres modelos de ventanas. La portada principal, de tres cuerpos, rematada con almenas, presenta, al igual que la primera fila de ventanas, una puerta con arco de medio punto. Hacia el interior del coso, las gradas disponen de balconcillos metálicos y finas columnas de hierro que sostienen la grada superior. Ésta, originalmente, contaba con un tejadillo neomudéjar, al igual que el conjunto del edificio, que le proporcionaba un aspecto de obra más completa y monumental; sin embargo, en 1962-63, se suprimió este tejadillo con objeto de ampliar el aforo.
Arriba, artículo del Boletín Foro n.º 5 del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, con fotografía de Manuel Nuñez tomada el 4 de julio de 1914, en las vísperas de su inauguración. Abajo, fotografía actual de la plaza, de José María Colomo. Comparando ambas imágenes, se aprecia claramente la reforma operada en los años 60 del pasado siglo.
"Que se libre de cargo trescientos reales por los toros en la fiesta de San Gregorio, de este año, conforme al parecer de lo acostumbrado."
Decreto Municipal 1624. Archivo Municipal de Mérida.
La primera fue la Plaza de las Siete Sillas, ubicada en las ruinas del Teatro Romano. El propio autor lo narraba en un artículo que se publicó en el Boletín Foro n.º 8 - julio 1997:
"Por ahí va el Viático!. Así le explicaba a Mariano José de Larra la utilidad de las dos puertas, entonces visibles, en los siete "morriones" (vocablo extremeño: elevación pronunciada). De ahí el nombre popular, que no debería desaparecer, de tales elevaciones.
Está documentado suficientemente que a las ruinas visibles se le dió el uso de plaza de toros. En el s.XVII, aprovechando el semicírculo que presentaban las gradas superiores del Teatro, se levantó, en su parte opuesta, otro semicírculo a fin de constituir el primer ruedo conocido de la ciudad.
Hay constancia de festejos, "novilladas" eran su nombre, celebradas en tal plaza, realizándose algunas con fines benéficos. En 1777, por ejemplo, se concede a la ciudad, mediante una Real Orden, permiso para celebrar cuatro corridas de toros cuyos beneficios se invertirían en la construcción de un cuartel para alojar a los soldados que, contínuamente, se aposentaban en las viviendas del vecindario.
Trístemente, cabe recordar la actuación en la Plaza de las Siete Sillas del "El Indio", con la categoría de matador y que, a los quince días siguientes, murió víctima de un toro en la Plaza de Tudela (Pamplona). Acaeció su muerte el 23 de junio de 1780.
La localización de esta plaza de toros pudo influir en el emplazamiento de la Feria de Mérida en la "Alameda del Albarregas".
Las Siete Sillas (Archivo CCMM: Foro n.º 8)
La segunda plaza (según nos refiere el mismo autor en su artículo "Entre la primera y la tercera, lógicamente la segunda plaza de toros de Mérida", Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura) fue una plaza de madera ubicada en la actual avenida José Fernández López, en el corralón de don Antonio Pacheco. El 28 de octubre de 1883, el Ayuntamiento de Mérida daba cuenta de la finalización de la construcción al Gobierno Civil de Badajoz, que concedió permiso dos días después. Existe constancia documental de la celebración de diversas corridas en 1883 y 1884.
Cuenta el autor que los toros de la ganadería de Badajoz utilizados en estas corridas eran trasladados a Mérida a pie, hasta la finca del El Prado. Y de ésta finca a Mérida la conducción se realizaba cruzando el río por "La Molineta", aguas abajo del Puente de Hierro, tomando luego el camino de Aljucén a Mérida, pasando por el Molino de Pancaliente, hasta llegar a las dependencias de la Plaza de Toros donde se encerraban.
Cartel de 1883
La Plaza de San Albín fue construida con las aportaciones de los accionistas de la Sociedad Taurina Emeritense, en su mayoría emeritenses que se enorgullecían de las aportaciones realizadas sin ánimo de lucro. La iniciativa de suscribir acciones tuvo éxito, según nos explica el autor, por la feliz exposición de la idea y los costos y por la magnitud del proyecto, con el que se trató de marcar un nuevo hito en la historia de Mérida, cuya población tenía sentido de la grandiosidad de anteriores hitos como los monumentos, el enlace ferroviario, el nudo de carreteras o el próximo inicio de las excavaciones científicas. "Se trataba de construir la mejor plaza de toros de Extremadura y una de las mejores de España. Sólo los grandes hombres, amantes de su pueblo y, cómo no, de la Fiesta de los Toros, pudieron acariciar tal sueño y hacer realidad su culminación".
Las obras se iniciaron en 1902 y, tras diversas vicisitudes, se inauguró, como antes indicamos, el 5 de julio de 1914. El festejo inaugural contó con toros de la ganadería sevillana de doña Celsa Fonfedre, Viudad de Concha y Sierra, que sería lidiados por los espadas Rodolfo Gaona, Tomás Alarcón "Mazantinito" (estos dos sustituyeron a Castor Ibarra "Cocherito de Bilbao" y Rafael Gómez "El Gallo") y Francisco Posada.
Carteles correspondientes a la corrida de inauguración de la Plaza de San Albín.
Fuente: Mil y Cien años de fiesta taurina emeritense, Manuel Nuñez Chamorro.
Desde entonces, en plaza no sólo se han celebrado festejos taurinos en los que han participado grandes figuras del toreo como, por decir sólo algunos, Joselito, Belmonte o Manolete, sino también otros acontecimientos ligados a la memoria de los emeritenses como conciertos o proyecciones de cine de verano.
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