Extracto del discurso pronunciado en 1998 por el Dr. D. José María Álvarez Martínez con ocasión de su ingreso en la Real de Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes.
"(...) La Colonia Augusta Emerita.
Desde su fundación, ocurrida de una manera más que
probable en el año 25 a.C.,
la colonia Augusta Emerita se
convirtió, como se ha explicado convincentemente, en el símbolo de la
pacificación de Occidente, tras casi 200 años de incesantes luchas para su conquista
total, y en un homenaje al realizador de dicha gesta, el propio Augusto, quien
refirió en su momento orgullosamente estos hechos.
Efectivamente, todas las acciones llevadas a cabo en la incipiente colonia desde sus primeros momentos y
de una manera especial, y, sobre todo, a partir de los años 16-15 a.C., que es cuando,
probablemente, se convirtió en la capital de la nueva provincia, Ulterior Lusitania, desgajada de la antigua entidad territorial, estuvieron
encaminadas a aportar gloria al emperador y a la casa imperial.
Plano de Augusta Emerita (según Golvin, Álvarez y Nogales. Archivo M.N.A.R.)©.
Si esto fue así, también lo fue el sumo cuidado que
mostraron los planificadores de la nueva urbe en elegir el lugar de su
emplazamiento, en una zona transitada que contempló probablemente, como hemos
apuntado en alguna ocasión, un asentamiento como control y vigía del río, que
de antiguo ya era un cruce de caminos que el emperador, con la ayuda de su
principal colaborador en la organización del territorio, Marco Agripa,
convirtió en firmes calzadas cuando puso en hora el territorio. Ese lugar,
además, contaba con una posición estratégica de primer orden como era el vado
del Ana, sobre el que se apearon las
pilas de un largo Puente de clara facies tardorrepublicana como hemos tenido
ocasión de referir, y que se proyectó en ocasión de la fundación de la colonia en el momento de la
organización del territorio bajo la nueva égida. Otras razones que motivaron el
emplazamiento, como los recursos de la zona, fueron ya explicadas en su
momento.
La nueva colonia,
proyectada, por tanto, a imagen y semejanza de la metrópolis, se convirtió así
en cabeza de un extenso territorio y en vigía permanente de la idea romana con
el fiel concurso de sus más cualificados ciudadanos, muchos de ellos de
procedencia itálica e integrados, tras un cierto reciclaje, plenamente en la
idea imperial.
Al socaire de
esta idea la planificación de la ciudad fue pronto un hecho.
Con su cerca murada y su Puente, que ponía en
comunicación zonas importantes para los intereses romanos de la geografía
peninsular, la colonia fue configurando su fisonomía con la construcción de sus
servicios más vitales como las conducciones hidráulicas.
Resulta toda una lección de ingeniería hidraúlica
contemplar a través del agro emeritense las soluciones que se adoptaron para
configurar el trazado de las conducciones hidraúlicas con que los romanos
dotaron a la nueva colonia y que convirtieron a sus naturales, segun una frase
gráfica de Alvarez Sáenz de Buruaga, en "millonarios en agua".
Para todo aquel que llegaba a la colonia
Augusta Emerita por la calzada que venía de Asturica , o por la de Corduba
y Toletum debía de ser, al tiempo
que una señal inequívoca de que se alcanzaba una gran urbe, donde se había
relejado con creces la imagen del Imperio, un motivo de admiración semejante al
que se puede experimentar al contemplar modernamente cualquier símbolo de una
de nuestras ciudades más representativas, el encontrarse con la grandeza de las
arquerías de "San Lázaro", o la de "Los Milagros", que hubo
necesidad de tender sobre el valle del río Barraeca
(Albarregas) para salvar su depresión y permitir la llegada de las aguas a una
cota favorable desde donde se distribuyera a voluntad por toda la antigua
colonia.
Esa impresión la recogen numerosos viajeros y eruditos
cuando se acercan a analizar los vestigios romanos de Mérida, quienes se hacen
lenguas a la hora de describir sus restos. Tal fue el caso del geógrafo árabe al-Idrisi, quien describe con
minuciosidad, y francamente impresionado, los pilares de los acueductos a su
llegada a la ciudad. No lo estuvieron menos los ciudadanos emeritenses quienes
bautizaron a esas arquerías con el significativo nombre de "Los
Milagros", al considerar en verdad milagroso que esos altos pilares
estuvieran todavía enhiestos.
La pericia de los architecti
y libratores se pone de
manifiesto a cada paso en todo lo que concierne al trazado de las tres
conducciones ejecutadas: aprovechamiento de corrientes para aumentar el caudal
de los aportes en las "tomas de la Charca de Proserpina", de los arroyos y
cursos de agua que confluyen en el conducto principal del acueducto de
"Rabo de Buey-San Lázaro", cambios de trazado para buscar siempre la
cota más favorable, ímprobos trabajos para perforar todo un berrocal granítico, recias obras con arcuationes en las vaguadas por donde
iba a discurrir el conducto, en fin, esas galerías por donde se desarrollaba la
conducción tan bien conservadas en el caso de "Rabo de Buey" y que
tanto nos impresionan.....
¿Y qué decir de los embalses de "Cornalvo" y
de "Proserpina"?. El primero, caput
aquae, o lugar de origen de la conducción conocida entonces como Aqua Augusta, es un prodigio de técnica
en su ejecución, con un dique construido a la manera tradicional, con espaldón
de tierras y una fuerte estructura en retícula con revestimiento de sillarejo y
una torre de toma de aguas en pleno embalse y unida al dique por un arco de
casi medio punto. El segundo, de longitud considerable al igual que su altura,
que recientemente hemos podido comprobar en su totalidad, con sus tomas embutidas
en el propio dique, hoy muy transformado tras la considerable refección
realizada en el siglo XVII.Uno y otro, como un precioso legado de aquellos
buenos tiempos, cumplen todavía utilitarias funciones: el primero, tras las
reformas del primer tercio del siglo, como suministrador de agua a una serie de
poblaciones de los alrededores; el segundo como solaz de los emeritenses en las
duras jornadas del estío.
La construcción de estas obras netamente utilitarias,
también llevó aparejada una evidente intención propagandística, dentro de la
ideología antes referida en la que cabe situar el nacimiento de la colonia.
Probablemente, a ellas se refieran dos monedas de la ceca colonial, donde
figuran, en los reversos, sendas cabezas: una la de un anciano, de cuya boca
surge el agua, probablemente Aqua
Augusta, y otra la de una ninfa, quizá alusión al manantial que dió origen
a la conducción de "Rabo de Buey"
En esta línea de pericia y buen hacer que hemos
comentado, podríamos situar otras obras de ingeniería como los puentes,
significativos ejemplos de la arquitectura que se ha dado en llamar, no se si
correctamente, militar, pero bien familiarizada, eso sí, con las maestranzas
itálicas.
Resultan ser los puentes de la primera época, como los
que contamos en Mérida, uno sobre el Guadiana, otro sobre el Albarregas y el
denominado como la "Alcantarilla romana" en el camino a Olisipo (Lisboa), verdaderos trasuntos
de los que se podían contemplar en las vías más transitadas de la Península Itálica.
Se trata de un tipo bien definido: de poca elevación, con un aspecto un tanto
achaparrado; de pilas robustas, provistas en ocasiones de tajamares redondeados
y de arquillos de aligeramiento para propiciar el libre discurrir del agua en
las grandes avenidas; de imposta corrida sobre la que se voltean arcos de medio
punto perfectamente trasdosados con la clave bien marcada; de tímpanos de
estructura isodómica, al igual que todo el paramento de la fábrica que aparece
con una estructura almohadillada de tipo rústico, capaz de crear unos efectivos
juegos de claroscuro.
El ejemplo más característico y cabeza de la serie
peninsular, es el puente sobre el Guadiana, con sus dos tramos de arcuationes y, en medio de ellos, un
tajamar que se prolongaba río arriba con el fin de romper la corriente y
desviarla hacia ambos tramos de arquerías, evitando así problemas derivados de
la escasa firmeza del suelo de la zona.
La idea imperial siguió reflejándose en otras zonas
significativas de la colonia.
Bien paradigmático fue el foro de Augusta Emerita, descubierto hace unos años en el curso de nuestras
excavaciones practicadas en el Templo de Diana, y en el lugar en el que ya
sospechó su existencia don Maximiliano Macías.
Allí, en el foro emeritense, se ideó un programa que
tuvo como fin primordial el objetivo buscado desde el principio: la
glorificación del emperador Augusto y de su Casa. Un templo, de culto imperial,
el denominado de "Diana", construido en granito, períptero,
hexástilo, con tribuna rostrata en su frente fue el centro del espacio.
El conjunto, con su plaza a modo de foro, con inscripciones y otros
signos del carácter del lugar como las aras que se aprovecharon para levantar
el Obelisco de Santa Eulalia, quizá cerrada en su lado opuesto por una
basílica, se completó años más tarde, a partir de época tiberiana, con un
pórtico, trasunto en buena parte del Forum
Augustum de Roma, donde un programa iconográfico bien meditado y provisto
de una exhuberante decoración arquitectónica, con figuraciones de Júpiter Ammón
y Medusa, separadas, a manera de metopas, por cariátides como en el ejemplo
romano, volvía su atención, una vez más, sobre Augusto, su familia y sus
ancestros. No faltaba en ese programa , además de la presencia de los summi viri, también como en Roma,
representaciones ligadas a los origenes de la dinastía julia, como el conocido
grupo de Eneas, con su padre Anquises y su hijo Ascanio, saliendo aquella noche
azarosa de Troya camino de la Península Italica. En este augusteum no faltaron otros monumentos en curso de estudio, como un
gran altar con relieves alusivos a efemérides señaladas de la colonia, con la
representación del propio Agripa en su probable visita a la misma.
Otros edificios , hoy no aparentes, pero de los que
constan ciertas referencias (templos, termas, altares) completaban el conjunto
forense, donde no dejarían de existir otros dedicados a la administración
ciudadana.
La misma idea, esta vez con carácter inequívocamente
provincial, según podemos apreciar por los epígrafes aparecidos en la zona con
claras referencias al culto imperial, se plasmó en otro edificio, todavía más
señalado que el referido "templo de Diana". A él se accedía desde el
denominado "Arco de Trajano", verdadera puerta monumental del
recinto, desde donde nacía una escalinata que venía a concluir en el vestíbulo
del majestuoso templo, con decoración marmórea, tetrástilo y con amplia cella, segun el modelo del templo de la Concordia de Roma. Se ha
sugerido, y la idea nos parece plausible, que pudo ser el mismo que aparece en
las emisiones de la ceca colonial y, por tanto, pudo estar consagrado a la Aeternitas Augusti.
La visión de los edificios de espectáculos que dieron
empaque y prestancia a la colonia nos lleva a las mismas consideraciones. Es
sabido que en los recintos de este carácter tenían lugar ceremonias destinadas
a recordar a la figura del emperador y su Casa. Esta glorificación, que tiene
sus antecedentes en el mundo helenístico, la hizo suya pronto Roma sacralizando
estos edificios con la construcción de templos, altares o capillas destinados a
rendir culto al emperador, en medio de grandes ceremonias bien organizadas con
motivo de las representaciones, o de los correspondientes juegos.
En el caso emeritense los significativos hallazgos
producidos en las excavaciones del Teatro apuntan en este sentido.
Tras los estudios de Trillmich se ha podido reconstruir
un sacrarium destinado a rendir
culto al emperador en la parte baja de la ima
cavea, en su zona central, en el eje de la valva regia. Una inscripción de época de Trajano definía el carácter
de aquel ambiente en el que figuraron, además de un ara que apareció en la orchestra, varios pedestales
consagrados a Augusto.Todo el programa iconográfico se completó tanto en el
extraordinario frente escénico, levantado al parecer, en época de Claudio como
en la porticus post scaenam, en cuyo
frente septentrional existió una capillita con las efigies del fundador del
Imperio y de la colonia Augusta Emerita
y de miembros de su familia.
La calidad constructiva del Teatro, en las dos fases que
hasta el momento se han determinado, al margen de refecciones, bien
documentadas por otra parte en el Bajo Imperio, refleja el sumo cuidado que la
administración romana puso en su proyecto destinado, por una parte, a
satisfacer el ocio de los augustanos y, por otra, a constituirse en el marco de
la más segura propaganda imperial.
En los mismos términos nos podríamos extender en el caso
de los otros edificios levantados para este tipo de actividades, el Anfiteatro
y el Circo, con una monumentalidad que situaba a la colonia en el lugar de
privilegio que le correspondía.
El conjunto monumental emeritense se completa con los
ejemplos de arquitectura doméstica bien expresivos en cuanto a las domus halladas, sobre todo las
suburbanas, las denominadas "del Mitreo" y "del
Anfiteatro", además de algunos restos en el centro de la antigua colonia.
Lo conservado nos muestra un esquema bien mediterráneo,
de patio y peristilo, con estancias espaciosas y bien ventiladas desde el patio
central en torno al cual se disponen. Los materiales, piedra para zócalos y
jambas y adobe para las paredes, son constantes. Destacan sus decoraciones
pictóricas y musivas
Las necrópolis, según expresiva frase del Dr. Marcos
Pous, llegaban a rodear a la ciudad a guisa de corona funeraria. Toda una
teoría de enterramientos, de inhumación y de incineración, siguiendo al punto
los esquemas occidentales, bien acuñados en la Península Itálica,
se sucedía a lo largo de los extensos campos funerarios. A veces, no faltaba
algun detalle exótico como el de la importación de formas y costumbres de otros
lugares que se traducían indefectiblemente en el tipo de tumbas, entre las que
las cupae resultan ser las más
significativas. (...)"
Fotografías de los monumentos: Archivo del Consorcio de la Ciudad Monumental de Merida / Autor: J. M. Romero.
Imágenes de la charla impartida por José María Álvarez
DOCUMENTACIÓN:
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