jueves, 6 de febrero de 2014

Formación: LA COLONIA AUGUSTA EMERITA


Extracto del discurso pronunciado en 1998 por el Dr. D. José María Álvarez Martínez con ocasión de su ingreso en la Real de Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes.



"(...) La Colonia Augusta Emerita.

Desde su fundación, ocurrida de una manera más que probable en el año 25 a.C., la colonia Augusta Emerita se convirtió, como se ha explicado convincentemente, en el símbolo de la pacificación de Occidente, tras casi 200 años de incesantes luchas para su conquista total, y en un homenaje al realizador de dicha gesta, el propio Augusto, quien refirió en su momento orgullosamente estos hechos.

Efectivamente, todas las acciones llevadas a cabo en la incipiente colonia desde sus primeros momentos y de una manera especial, y, sobre todo, a partir de los años 16-15 a.C., que es cuando, probablemente, se convirtió en la capital de la nueva provincia, Ulterior Lusitania, desgajada de la antigua entidad territorial, estuvieron encaminadas a aportar gloria al emperador y a la casa imperial.

Plano de Augusta Emerita (según Golvin, Álvarez y Nogales. Archivo M.N.A.R.)©.

Si esto fue así, también lo fue el sumo cuidado que mostraron los planificadores de la nueva urbe en elegir el lugar de su emplazamiento, en una zona transitada que contempló probablemente, como hemos apuntado en alguna ocasión, un asentamiento como control y vigía del río, que de antiguo ya era un cruce de caminos que el emperador, con la ayuda de su principal colaborador en la organización del territorio, Marco Agripa, convirtió en firmes calzadas cuando puso en hora el territorio. Ese lugar, además, contaba con una posición estratégica de primer orden como era el vado del Ana, sobre el que se apearon las pilas de un largo Puente de clara facies tardorrepublicana como hemos tenido ocasión de referir, y que se proyectó en ocasión de la fundación de la colonia en el momento de la organización del territorio bajo la nueva égida. Otras razones que motivaron el emplazamiento, como los recursos de la zona, fueron ya explicadas en su momento.

 
La nueva colonia, proyectada, por tanto, a imagen y semejanza de la metrópolis, se convirtió así en cabeza de un extenso territorio y en vigía permanente de la idea romana con el fiel concurso de sus más cualificados ciudadanos, muchos de ellos de procedencia itálica e integrados, tras un cierto reciclaje, plenamente en la idea imperial.

Al socaire de esta idea la planificación de la ciudad fue pronto un hecho.



Con su cerca murada y su Puente, que ponía en comunicación zonas importantes para los intereses romanos de la geografía peninsular, la colonia fue configurando su fisonomía con la construcción de sus servicios más vitales como las conducciones hidráulicas.

Resulta toda una lección de ingeniería hidraúlica contemplar a través del agro emeritense las soluciones que se adoptaron para configurar el trazado de las conducciones hidraúlicas con que los romanos dotaron a la nueva colonia y que convirtieron a sus naturales, segun una frase gráfica de Alvarez Sáenz de Buruaga, en "millonarios en agua".

Para todo aquel que llegaba  a la colonia Augusta Emerita por la calzada que venía de Asturica , o por la de Corduba y Toletum debía de ser, al tiempo que una señal inequívoca de que se alcanzaba una gran urbe, donde se había relejado con creces la imagen del Imperio, un motivo de admiración semejante al que se puede experimentar al contemplar modernamente cualquier símbolo de una de nuestras ciudades más representativas, el encontrarse con la grandeza de las arquerías de "San Lázaro", o la de "Los Milagros", que hubo necesidad de tender sobre el valle del río Barraeca (Albarregas) para salvar su depresión y permitir la llegada de las aguas a una cota favorable desde donde se distribuyera a voluntad por toda la antigua colonia.

Esa impresión la recogen numerosos viajeros y eruditos cuando se acercan a analizar los vestigios romanos de Mérida, quienes se hacen lenguas a la hora de describir sus restos. Tal fue el caso del geógrafo árabe al-Idrisi, quien describe con minuciosidad, y francamente impresionado, los pilares de los acueductos a su llegada a la ciudad. No lo estuvieron menos los ciudadanos emeritenses quienes bautizaron a esas arquerías con el significativo nombre de "Los Milagros", al considerar en verdad milagroso que esos altos pilares estuvieran todavía enhiestos.
 


La pericia de los architecti y libratores se pone de manifiesto a cada paso en todo lo que concierne al trazado de las tres conducciones ejecutadas: aprovechamiento de corrientes para aumentar el caudal de los aportes en las "tomas de la Charca de Proserpina", de los arroyos y cursos de agua que confluyen en el conducto principal del acueducto de "Rabo de Buey-San Lázaro", cambios de trazado para buscar siempre la cota más favorable, ímprobos trabajos para perforar todo un  berrocal granítico, recias obras con arcuationes en las vaguadas por donde iba a discurrir el conducto, en fin, esas galerías por donde se desarrollaba la conducción tan bien conservadas en el caso de "Rabo de Buey" y que tanto nos impresionan.....

¿Y qué decir de los embalses de "Cornalvo" y de "Proserpina"?. El primero, caput aquae, o lugar de origen de la conducción conocida entonces como Aqua Augusta, es un prodigio de técnica en su ejecución, con un dique construido a la manera tradicional, con espaldón de tierras y una fuerte estructura en retícula con revestimiento de sillarejo y una torre de toma de aguas en pleno embalse y unida al dique por un arco de casi medio punto. El segundo, de longitud considerable al igual que su altura, que recientemente hemos podido comprobar en su totalidad, con sus tomas embutidas en el propio dique, hoy muy transformado tras la considerable refección realizada en el siglo XVII.Uno y otro, como un precioso legado de aquellos buenos tiempos, cumplen todavía utilitarias funciones: el primero, tras las reformas del primer tercio del siglo, como suministrador de agua a una serie de poblaciones de los alrededores; el segundo como solaz de los emeritenses en las duras jornadas del estío.

La construcción de estas obras netamente utilitarias, también llevó aparejada una evidente intención propagandística, dentro de la ideología antes referida en la que cabe situar el nacimiento de la colonia. Probablemente, a ellas se refieran dos monedas de la ceca colonial, donde figuran, en los reversos, sendas cabezas: una la de un anciano, de cuya boca surge el agua, probablemente Aqua Augusta, y otra la de una ninfa, quizá alusión al manantial que dió origen a la conducción de "Rabo de Buey"

En esta línea de pericia y buen hacer que hemos comentado, podríamos situar otras obras de ingeniería como los puentes, significativos ejemplos de la arquitectura que se ha dado en llamar, no se si correctamente, militar, pero bien familiarizada, eso sí, con las maestranzas itálicas.

Resultan ser los puentes de la primera época, como los que contamos en Mérida, uno sobre el Guadiana, otro sobre el Albarregas y el denominado como la "Alcantarilla romana" en el camino a Olisipo (Lisboa), verdaderos trasuntos de los que se podían contemplar en las vías más transitadas de la Península Itálica. Se trata de un tipo bien definido: de poca elevación, con un aspecto un tanto achaparrado; de pilas robustas, provistas en ocasiones de tajamares redondeados y de arquillos de aligeramiento para propiciar el libre discurrir del agua en las grandes avenidas; de imposta corrida sobre la que se voltean arcos de medio punto perfectamente trasdosados con la clave bien marcada; de tímpanos de estructura isodómica, al igual que todo el paramento de la fábrica que aparece con una estructura almohadillada de tipo rústico, capaz de crear unos efectivos juegos de claroscuro.

El ejemplo más característico y cabeza de la serie peninsular, es el puente sobre el Guadiana, con sus dos tramos de arcuationes y, en medio de ellos, un tajamar que se prolongaba río arriba con el fin de romper la corriente y desviarla hacia ambos tramos de arquerías, evitando así problemas derivados de la escasa firmeza del suelo de la zona.

La idea imperial siguió reflejándose en otras zonas significativas de la colonia.

Bien paradigmático fue el foro de Augusta Emerita, descubierto hace unos años en el curso de nuestras excavaciones practicadas en el Templo de Diana, y en el lugar en el que ya sospechó su existencia don Maximiliano Macías.
 


Allí, en el foro emeritense, se ideó un programa que tuvo como fin primordial el objetivo buscado desde el principio: la glorificación del emperador Augusto y de su Casa. Un templo, de culto imperial, el denominado de "Diana", construido en granito, períptero, hexástilo, con tribuna rostrata en su frente fue el centro del espacio.

El conjunto, con su plaza a modo de foro, con inscripciones y otros signos del carácter del lugar como las aras que se aprovecharon para levantar el Obelisco de Santa Eulalia, quizá cerrada en su lado opuesto por una basílica, se completó años más tarde, a partir de época tiberiana, con un pórtico, trasunto en buena parte del Forum Augustum de Roma, donde un programa iconográfico bien meditado y provisto de una exhuberante decoración arquitectónica, con figuraciones de Júpiter Ammón y Medusa, separadas, a manera de metopas, por cariátides como en el ejemplo romano, volvía su atención, una vez más, sobre Augusto, su familia y sus ancestros. No faltaba en ese programa , además de la presencia de los summi viri, también como en Roma, representaciones ligadas a los origenes de la dinastía julia, como el conocido grupo de Eneas, con su padre Anquises y su hijo Ascanio, saliendo aquella noche azarosa de Troya camino de la Península Italica. En este augusteum no faltaron otros monumentos en curso de estudio, como un gran altar con relieves alusivos a efemérides señaladas de la colonia, con la representación del propio Agripa en su probable visita a la misma.

Otros edificios , hoy no aparentes, pero de los que constan ciertas referencias (templos, termas, altares) completaban el conjunto forense, donde no dejarían de existir otros dedicados a la administración ciudadana.

La misma idea, esta vez con carácter inequívocamente provincial, según podemos apreciar por los epígrafes aparecidos en la zona con claras referencias al culto imperial, se plasmó en otro edificio, todavía más señalado que el referido "templo de Diana". A él se accedía desde el denominado "Arco de Trajano", verdadera puerta monumental del recinto, desde donde nacía una escalinata que venía a concluir en el vestíbulo del majestuoso templo, con decoración marmórea, tetrástilo y con amplia cella, segun el modelo del templo de la Concordia de Roma. Se ha sugerido, y la idea nos parece plausible, que pudo ser el mismo que aparece en las emisiones de la ceca colonial y, por tanto, pudo estar consagrado a la Aeternitas Augusti.

La visión de los edificios de espectáculos que dieron empaque y prestancia a la colonia nos lleva a las mismas consideraciones. Es sabido que en los recintos de este carácter tenían lugar ceremonias destinadas a recordar a la figura del emperador y su Casa. Esta glorificación, que tiene sus antecedentes en el mundo helenístico, la hizo suya pronto Roma sacralizando estos edificios con la construcción de templos, altares o capillas destinados a rendir culto al emperador, en medio de grandes ceremonias bien organizadas con motivo de las representaciones, o de los correspondientes juegos.

En el caso emeritense los significativos hallazgos producidos en las excavaciones del Teatro apuntan en este sentido.

Tras los estudios de Trillmich se ha podido reconstruir un sacrarium destinado a rendir culto al emperador en la parte baja de la ima cavea, en su zona central, en el eje de la valva regia. Una inscripción de época de Trajano definía el carácter de aquel ambiente en el que figuraron, además de un ara que apareció en la orchestra, varios pedestales consagrados a Augusto.Todo el programa iconográfico se completó tanto en el extraordinario frente escénico, levantado al parecer, en época de Claudio como en la porticus post scaenam, en cuyo frente septentrional existió una capillita con las efigies del fundador del Imperio y de la colonia Augusta Emerita y de miembros de su familia.

La calidad constructiva del Teatro, en las dos fases que hasta el momento se han determinado, al margen de refecciones, bien documentadas por otra parte en el Bajo Imperio, refleja el sumo cuidado que la administración romana puso en su proyecto destinado, por una parte, a satisfacer el ocio de los augustanos y, por otra, a constituirse en el marco de la más segura propaganda imperial.



En los mismos términos nos podríamos extender en el caso de los otros edificios levantados para este tipo de actividades, el Anfiteatro y el Circo, con una monumentalidad que situaba a la colonia en el lugar de privilegio que le correspondía.

El conjunto monumental emeritense se completa con los ejemplos de arquitectura doméstica bien expresivos en cuanto a las domus halladas, sobre todo las suburbanas, las denominadas "del Mitreo" y "del Anfiteatro", además de algunos restos en el centro de la antigua colonia.

Lo conservado nos muestra un esquema bien mediterráneo, de patio y peristilo, con estancias espaciosas y bien ventiladas desde el patio central en torno al cual se disponen. Los materiales, piedra para zócalos y jambas y adobe para las paredes, son constantes. Destacan sus decoraciones pictóricas y musivas

Las necrópolis, según expresiva frase del Dr. Marcos Pous, llegaban a rodear a la ciudad a guisa de corona funeraria. Toda una teoría de enterramientos, de inhumación y de incineración, siguiendo al punto los esquemas occidentales, bien acuñados en la Península Itálica, se sucedía a lo largo de los extensos campos funerarios. A veces, no faltaba algun detalle exótico como el de la importación de formas y costumbres de otros lugares que se traducían indefectiblemente en el tipo de tumbas, entre las que las cupae resultan ser las más significativas.  (...)"

Fotografías de los monumentos: Archivo del Consorcio de la Ciudad Monumental de Merida / Autor: J. M. Romero.





Imágenes de la charla impartida por José María Álvarez

DOCUMENTACIÓN:


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