Los voluntarios Eméritos están preparándose para dar a conocer a los ciudadanos los restos arqueológicos y centro de interpretación ubicados en la Sala Decumanus, espacio cultural gestionado por el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida y ubicado en la calle Santa Eulalia, junto a la Puerta de la Villa. Para ello, han contado con la colaboración de Miguel Alba, arqueólogo y Director Científico del Consorcio, que ha explicado a los Eméritos los contenidos y restos de la Sala.
La Sala Decumanus fue puesta en valor por el Consorcio con la financiación del Ministerio de Cultura y las aportaciones de los socios MECENAS correspondientes a los años 2008 y 2009, además de la cooperación de varias instituciones y asociaciones.
El nombre de la Sala se debe a un tramo visible de una de las dos avenidas
principales de la ciudad romana: el Decumanus Maximus, que partía en línea
recta desde una puerta monumental localizada en las inmediaciones hasta la
entrada vecina al puente del Guadiana. A ojos del público se ofrece una
superposición clara de dos calles que muestra la realidad estratigráfica de
Mérida sobre Emerita. Pero al mismo tiempo se evidencia uno de los rasgos
diferenciales más notorios de nuestra ciudad respecto a otras poblaciones vivas
superpuestas a un yacimiento romano y es que buena parte de la traza
urbanística de Emerita se encuentra fosilizada bajo las calles actuales,
mientras que las viviendas lo hacen sobre los espacios residenciales de siglos
atrás.
Cómo es lógico, en más de veinte siglos de historia, la calle
que nos ha llegado ha acusado alteraciones en su anchura, ha perdido su
uniformidad y presenta leves quiebros, además de recrecidos en sus niveles de
suelo. Pese a todo dos aspectos mantienen un hilo conductor inmutable a lo
largo de su historia:
1º Siempre ha sido la calle más importante de la ciudad, la que
ha contado con mayor tránsito y, en consecuencia, la que mejor marca los ritmos
vitales de la población.
2º Condicionada por su afluencia constante de público, en sus
márgenes y aledaños se ha desarrollado siempre la actividad comercial. La
existencia de tiendas determinó asimismo que mantuviese su vitalidad.
La presencia de varios locales comerciales de época romana fue la base que justificó la creación de un Centro de Interpretación
sobre la actividad comercial e industrial de Augusta Emerita. El objetivo fue aproximar al público a aspectos tan cotidianos como el del mercado y los
artesanos, es decir, presentar qué manufacturas se hacían en la ciudad y cómo
eran las tiendas, a partir de los vestigios conservados in situ.
Se pueden contemplar restos de tres establecimientos comerciales
dispuestos en batería, que ocupaban la fachada de una casa señorial romana, con
sus puertas abiertas al pórtico de la calle principal. Estas tiendas son representativas del tipo de locales que flanquearían
toda la calle, dedicadas tanto a la venta de productos importados como aquellos
de elaboración local, indispensables para el abastecimiento cotidiano, ya
fueran comestibles o manufacturas. En
vecindad a las mercadurías de bienes de consumo se instalaban otros muchos negocios: bares, peluquería-barbería,
servicios médicos y boticas, prestamistas, escribanías, posadas, tiendas de
esclavos, etc. Tal vez la mejor manera de aproximarnos a su recreación sea
buscar el equivalente en las tiendas que conforman hoy la calle Santa Eulalia y
aledañas. La vitalidad de esta calle es un patrimonio intangible que ilustra el
reencuentro con el pulso que disfrutara ya en el pasado romano.
Como trasunto de este discurso de continuidad o retorno, en
nuestros días Mérida cuenta con un variado repertorio de artesanos cuya
actividad entronca con oficios que estaban presentes en época romana:
ceramistas, forjadores, musivarios, orfebres, escultores, carpinteros,
tejedores, etc. La pervivencia de actividades, técnicas y manufacturas con
raigambre romana mantiene el vínculo del presente con el pasado, ya sea
materializada en reproducciones o en nuevos diseños inspirados en objetos
antiguos, pero siempre con el sello de calidad, autenticidad e individualidad
que caracteriza a toda obra artesana. Este repertorio de oficios tradicionales
es otro rasgo diferencial del rico patrimonio cultural de Mérida que debemos
preservar.
Por detrás de las tiendas, se documentaron las dependencias de
una casa señorial romana, con un gran
aljibe en perfecto estado de conservación que, como ha demostrado en su
investigación el arqueólogo Javier Heras, fue reutilizado para uso religioso,
en concreto, para oficiar en secreto la liturgia cristiana, previsiblemente durante
alguna de las etapas de persecución. Se trataría del primer caso de domus ecclesiae
localizado en Hispania.
Por último, completa esta relación elementos arqueológicos
un edificio altomedieval islámico construido
con los restos de un posible templo romano, que ha sido integrado en el área de
la exposición artesana.
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