En 2006 los socios del Programa Mecenas decidieron emplear las aportaciones realizadas aquel año en la puesta en valor y adecuación a la visita de la Basílica Casa Herrera, monumento que será visitado el próximo domingo por los Mecenas que participen en la ruta senderista y misa Domenica in Albis que se ha preparado en el marco de las actividades de este programa.
Las actuaciones realizadas en 2006 consistieron en intervención arqueológica, adecuación del espacio (cerramiento, acondicionamiento del entorno inmediato, accesos, señalética, etc.), trabajos de consolidación y restauración para garantizar la conservación de los restos arqueológicos y adecuación museográfica para la visita (recorridos, papelería interpretativa, recursos museográficos, reintegraciones, etc.).
La basílica de Casa Herrera es uno de los muchos edificios
religiosos con los que hubo contar la antigua Emerita en su medio rural. La
proliferación de villae en su contorno y la consiguiente dispersión de la
población por el campo, haría necesaria, durante los primeros siglos del
cristianismo, la adecuación de espacios apropiados para la práctica de la nueva
doctrina. Según el Libro de las Vidas de los Santos Padres de Mérida, escrito a
mediados del siglo VII, por Paulo, diácono de la iglesia emeritense, fue importante
la proliferación de centros de culto cristiano tanto en la ciudad como en sus alrededores
ya que Mérida, con su potente sede arzobispal, se configuró en uno de los principales
focos de irradiación de la religión cristiana.
La basílica de Casa Herrera, ubicada a unos 7 kilómetros al norte
de Mérida, fue descubierta en 1943 por Serra Rafols bajo cuya dirección se
practicó una primera excavación. Años después, en 1971 y 1972 se aborda un
completo estudio del edificio por parte de T. Ulbert y L. Caballero durante el
que se realizan nuevas excavaciones.
Según la documentación arqueológica, la basílica se construyó en
torno al año 500. Como característica principal destacan sus ábsides
enfrentados, uno en su cabecera y otro en sus pies que la ponen en relación con
un tipo de basílica muy extendido por el norte de África. Posee tres naves
separadas entre sí por dos filas de seis columnas. Los accesos principales al
templo se abrían en sus muros laterales. Aunque al parecer ya poseía
baptisterio desde sus orígenes, una reforma posterior la dota de un nuevo
baptisterio con varias piscinas bautismales. En las excavaciones se pudieron
recuperar numerosos fragmentos decorativos -cruces de rueda- y estructurales de
mármol -cimacios, fustes, basas y capiteles-. Así mismo, se localizaron
inscripciones sepulcrales, sarcófagos... Por su riqueza decorativa y la
superficie de su planta debió de ser un gran centro religioso que atendía a una
población numerosa diseminada por el campo.
El edificio
seguía en uso durante el periodo de dominación islámica según manifiestan las
inscripciones que se conservan en algunos de los fustes de sus columnas, si
bien no se puede afirmar que dicho uso fuera religioso.
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