lunes, 7 de abril de 2014

LA AVENTURA DE MÉRIDA I


En 2005, con ocasión del IV Centenario de la obra "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha", el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida encargó al dramaturgo Miguel Murillo la obra "LA AVENTURA DE MÉRIDA" para que recogiera las andanzas de Don Quijote por nuestra ciudad, obra que fue representada aquel mismo año, durante las Jornadas de Difusión del Consorcio, en la Sala Trajano de Mérida por los actores de la compañía emeritense Las Siete Sillas.

En este blog, reproduciremos la obra, para disfrute de todos nuestros seguidores, con imagenes de aquella representación.



“LA AVENTURA DE MÉRIDA”

o de cómo el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha hizo parada, posada y visita a la ciudad de Mérida acompañado por su escudero Sancho Panza y de lo que allí le ocurrió y las gentes que conoció.

Según da a conocer el autor Miguel Murillo Gómez. 



ESCENA I.- DE CÓMO DON QUIJOTE Y SANCHO LLEGAN A LA CIUDAD DE MÉRIDA GRACIAS A UNA CRECIDA DEL RÍO GUADIANA.

La música anuncia un torbellino de viento y agua. Algún trueno que otro azota el lugar y los relámpagos alumbran de tiempo en tiempo.

DON QUIJOTE. -(Se escuchan sus voces a lo lejos) ¡Rema, por Dios, Sancho, rema! ¡Que naufragamos!

SANCHO.- (A gritos) ¡ Perdí el remo!

DON QUIJOTE.- ¡Voto al Chápiro! ¡Que me caigo al río!

SANCHO.- ¡Y yo detrás, mi señor! ¡Yo siempre detrás de vos! (Grito de Sancho)

Se escucha un chapuzón en el agua y gritos confusos de alguien que se está ahogando.

Silencio.

SANCHO.- ¡Agarraos a mi brazo, mi amo, que ya pongo pie en tierra!

DON QUIJOTE.- Busca con qué alumbrar ¡botarate!...Para que en viéndote, pueda molerte a palos.

Ayudándose con una tea encendida llega Sancho Panza, el fiel escudero del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Viene por el patio de butacas enfocando a unos y a otros, a un lugar y otro, hasta que llega a escena (allí y por medio de una pantalla, podrá estar proyectada la imagen del majestuoso escenario de las Siete Sillas ocupando todo el espacio, cosa que deja perplejo a Sancho).  

En el lugar destinado a escenario y gracias al efecto que se hará combinando imágenes y alumbrar de tea y relámpagos, podremos descubrir, además de las Siete Sillas (ayudados por proyecciones en una pantalla) algunos otros edificios singulares, ruinas, calles, templos, murallas y vestigios de la noble ciudad de Mérida que Sancho desconoce y que a Sancho impresiona.

Las imágenes irán sucediéndose de forma rápida, a cada relámpago una imagen, a cada alumbrar de paredes de Sancho con su tea, otra imagen, así hasta convertirse en un hermoso, suntuoso y apabullante carrusel para el corto conocimiento de Sancho y el deleite de los espectadores.

SANCHO.- (Ante las maravillas que sus ojos descubren gracias a los relámpagos y la tea que lleva en una mano. Sus vestiduras estarán mojadas y su aspecto es algo deplorable) ¡Mi señor, Don Quijote! ¡Mi señor, Don Quijote! Que a fe mía, hemos llegado, luego de rodar y rodar en esa barca por el río, a un lugar de magia y encantamientos...porque, ¡y juro que no bebí ni mucho ni poco! y que si bebí sólo fue agua... son tantas y tan seguidas las maravillas... que únicamente un encantamiento puede hacerlas... (Señala la imagen del Templo de Diana que aparece fugazmente)... ¡Ésta de aquí!... (Aparece la Iglesia de Santa María)... ¡O ésta otra!...(Imagen del Acueducto)  ¡O mejor esa!... (Gira y gira Sancho sin saber con qué imagen quedarse, atontolinado y casi al borde del mareo)

DON QUIJOTE.- (Llega chorreando agua pero solemne, espada en mano, cabeza alta y sacándose un pez de la armadura, hasta donde está Sancho)  ¡Se salió de madre el río! ¡Se salió de madre la barca! ¡Se salieron de madre los remos! ¡Y caímos a este río que viene tan crecido y ha querido ahogarnos! ¿Y todo por qué? Por tu manía de contar cabras y contar cuentos de cabras...y andar todo el tiempo atolondrado, Sancho. (Sigue achicando agua de su armadura y sacándose peces hasta de la punta de su espada)


SANCHO.- (Señalándole una estatua de la Santa Mártir Eulalia que aparece en la pantalla) ¡Mirad, señor, qué grandes cosas y conceptos tenemos delante!

DON QUIJOTE.- (Se arrodilla ante la imagen de la Mártir y le rinde la espada en señal de respeto) ¡Arrodíllate, Sancho, aunque no la reconozcas! (Sancho, respetuoso, se saca el sombrero y se arrodilla ante la imagen) Ésa que ahí ves, has de saber que es la más santa, la más grande, milagrosa, valerosa y heroica de las mártires que España ha dado a la cristiandad... Eulalia u Olalla, como prefieras... Patrona de las Españas antes que el señor Santiago y patrona de todos los caballeros andantes, nobles y valientes que hayan honrado a las órdenes de caballería... Y patrona mía sin menoscabo de la sin par Dulcinea del Toboso que aún no es mártir... Trece martirios sufrió por orden del gobernador romano de Mérida, Calpurniano, que son los que tendré que darte por haberme arrojado al río...

SANCHO.- ¿Y estando esta santa aquí, qué lugar es éste?

DON QUIJOTE.- Sin duda, hemos venido a dar al río Guadiana, río de romanos y moros... de muchos y notables encantamientos y peces sabrosos... y algo levantisco... Pasado hemos los equinoccios y salvada hemos esta crecida... 

SANCHO.- (Aparece una imagen del Puente Romano) ¡Señor! Un puente de buena fábrica se levanta ahí cerca...y da entrada por este descendedero a una ciudad grande y populosa... ¡Por fin dejaremos los remos y la barca!..  

DON QUIJOTE.- (Se fija en el Puente) ¡Oh prodigio de los prodigios, amigo Sancho! Que por reconocer ese puente, “la puente más pasajera que hay en estos reinos” y la puerta llamada de la Torrecilla que en él está, y por ver su largura, sus porte y sus arcos majestuosos... que mandó edificar el mismísimo emperador Trajano... sé que hemos llegado a Mérida, ¡la Augusta Emérita! La ciudad que fundaron los mirmitones... y volviera a fundar el propio Augusto en el año veinticinco de nuestro Señor, y en la que diviso a lo lejos, en este río, la Isla de Juan Antón... lugar de encantamientos... y en el que se cuenta estuvo el famoso espejo donde la reina Marida se miraba cada mañana para comprobar su hermosura... ¡Entremos, Sancho, por esa puerta principal que, sin duda, grandes aventuras nos esperan entre estas piedras inmortales...!

SANCHO.- (Miedoso) ¡Teneos, mi amo! ¿No será que estemos ante otro encantamiento y esa puerta nos lleve otra vez a los palos de los molineros y de los pescadores del río? Mire que donde hay estacas, no hay tocinos. Y que más vale un toma que dos te daré...Y que...

DON QUIJOTE.- ¡Calla, por Dios, Sancho! Deja esa retahíla de refranes que nunca traes a cuento...¿No ves que estamos en Mérida, Sancho? ¡Toda ella es un encantamiento propio de leyendas e historias como las que contó de ella el nigromante Villena!

SANCHO.- Nunca oí tal nombre...ni de Villenas, ni de Méridas...


DON QUIJOTE.- (Le golpea con la espada) ¡Ignorante! ¡Zote! ¡Acémila! ¡¿Nunca oíste el nombre ilustre de Mérida?!

SANCHO.- (Se queja) No... porque de letras no tuve ni una... Y Mérida tiene muchas y muy principales...que hasta en piedras están por todas partes escritas... (Mira una lápida que está a sus pies)

DON QUIJOTE.- (Recita con solemnidad) ¡Mérida que en las Españas, en un tiempo fuiste Roma!

SANCHO.- Sí...pero ¿dónde está escrito que Don Quijote hubiera ido a esa Mérida de las Españas y Romas?

DON QUIJOTE.- ¿No han estado en Mérida, Antígona, Edipo...Electra. Agamenón o Medea...? ¿No han recorrido estos lugares gentes como Romeo y Julieta, Otelo o Tirante el Blanco?

SANCHO.- ¿Era moda venir a pasear por aquí?

DON QUIJOTE.- Pues si ellos aquí estuvieron y aquí mostraron sus glorias y miserias, sus hazañas y aventuras...¿Por qué no iba a estar en Mérida el más ilustre de los caballeros andantes que dieran las letras hispanas? ¡Yo! ¡Claro que estoy! ¡Y claro que así lo quiso mi creador que es el tuyo!

SANCHO.- ¿Una tercera parte de la novela se está escribiendo en la que hacéis y deshacéis en Mérida?

DON QUIJOTE.- Apura, Sancho, que es hora de cerrar puertas y rastrillos y necesito reposar en buen lecho.

Entran Don Quijote y Sancho Panza en Mérida que los acoge con una densa niebla, sonidos de bailes de máscaras y tronar de cohetes.



ESCENA II.- DE CÓMO ENTRAN DON QUIJOTE Y SANCHO EN LA CIUDAD DE MÉRIDA POR LA PUERTA PRINCIPAL DE SU FORTALEZA Y CONOCEN A MARIMENEO Y AL POSADERO DE LA POSADA DE LAS ÁNIMAS .

Una densa niebla cubre toda la escena. De la niebla surgen dos máscaras que danzan y cantan festivas.

MÁSCARAS.- (Cantan) ¡De Carija venimos de comernos un borrego y quien no se lo crea que nos chupe los cuernos! ¡Tara rí, tralabín, tararí trala bán!

Don Quijote y Sancho saliendo de las nieblas, se encuentran con las dos máscaras que danzan y cantan a su alrededor.

DON QUIJOTE.- (Saca su espada en señal de defensa ante los saltos y cabriolas que les hacen las máscaras) ¡Voto a bríos! Que si no sois los demonios que vengaron al santo abad Nuncto de Mérida, compañero del santísimo obispo Mausona y del que se cuenta que nunca vio rostro de mujer...Sois demonios infectos y culpables de tanta destrucción y ruina que me rodea...

MÁSCARA I.- Bajad la espada que no somos demonios sino emeritenses...

MÁSCARA II.- (Burla, burlando) Merideños...

MÁSCARA I.- (Sigue la burla) O meridanos...que así podréis llamarnos sin errar...

MÁSCARA II.- Que estas máscaras son de fiesta y no de asustar porque estamos celebrando las de nuestra mártir Santa Eulalia, y las calles están engalanadas, se corren toros, se hacen comedias, cabalgan las encamisadas, hay gran procesión, y, quizás, acabarán floreciendo los tres árboles que junto a su santo cuerpo están...

DON QUIJOTE.- ¡Pardiez, que no es verdad que los árboles florezcan en diciembre si no es por un terrible encantamiento!

SANCHO.- (Se ríe de las máscaras) ¡Ni que la cebada grane en enero!



MÁSCARA I.- Dejad las burlas. Que de ese milagro en el que las flores grandes toman forma de palomas, han dado cuenta gentes con más letras que vosotros...

MÁSCARA II.- (Se despoja de su máscara y aparece La Posadera) ¿Y ustedes? ¿De qué cortejo de máscaras han escapado?

DON QUIJOTE.- ¡Calla, mujerzuela! ¿Cómo osas llamar cortejo de máscaras a la alta Orden de la Caballería Andante?

SANCHO.- (Señala a su amo) Es el Caballero de la Triste Figura, el muy noble señor Don Quijote de la Mancha, y yo, Sancho, su escudero.

MÁSCARA I.- Cada año vienen gentes más raras a las fiestas de la Mártir.

POSADERA.- (A su negocio y seductora a su manera de Posadera) Y si tan altos sois, y tanta figura tenéis...¿No estaréis buscando posada en la que reponeros de vuestros lances y hazañas?

DON QUIJOTE.- Sí, y con buena cebada y paja para nuestras cabalgaduras que aguardan a la orilla del río...

SANCHO.-Y con mejor vino, que aún siendo ignorante, bien sé que por aquí corre el vinillo de Montánchez...(Olfatea) Casi lo huelo...

DON QUIJOTE.- Deja el vino, Sancho, y toma un mozo que te ayude porque Rocinante y tu Rucio llevan mucho tiempo junto al río aguardando una buena cuadra...

MÁSCARA I.- Y allí deberán aguardar porque este año, el río Guadiana trae una enorme crecida que hasta amenaza con derribar el Puente...

DON QUIJOTE.- Siendo así, no es mala la idea de tomar posada cuanto antes...Y esperar a que el río baje de aguas y se meta en madre...(A la Máscara y a la Posadera) ¿A dónde deberemos ir para acertar con un buen alojamiento?

POSADERA.- (Obsequiosa) Habéis acertado ya porque estáis en la afamada calle del Puente, lugar que flanquean estos nobles edificios...y que, sin duda, es la más notable calle de España en posadas, mesones y tabernas... (En la pantalla salen imágenes de edificios de la calle del Puente como si los personajes anduvieran junto a ellos) Mirad aquel... el que os da la bienvenida... es la fortaleza que construyeron los moros del rey Alagio, vasallo del gran Miramamolín...

DON QUIJOTE.- (Saca la espada) ¡Miramamolín! Por fin llego a tus dominios...

POSADERA.- Quite, señor, que hace años que estas tierras no son de moros... (Señala otra edificio que aparece en la pantalla) Y éste otro, mirad su fábrica y su porte...es el Conventual Santiaguista, lugar de residencia y gobierno de maestres, comendadores, priores, frailes y gentes muy principales de la orden de Santiago...y de otras juntas...  

DON QUIJOTE.- (Se señala el pecho en el que luce la cruz de Santiago) ¡Mi orden amiga y en la que profeso, junto a otras, como caballero andante!

SANCHO.- (Señala un edificio, la Casa de Carnicería) ¿Y ese palacio de notables piedras? ¿No será una taberna principal y muy exquisita?

POSADERA.- No, señor escudero, esa es la Casa de Carnicería... donde se despachan las mejores carnes de nuestras dehesas.  

Un olor pútrido hace que se tapen las narices todos menos la Posadera.

DON QUIJOTE.- (Tapándose la nariz) ¡Jesús! Un velatorio largo tenemos delante...porque el muerto hiede lo suyo...(A Sancho) ¿No será, Sancho, que has vuelto a hacer lo que te hiciste patas abajo en los batanes por miedo?

SANCHO.- No, mi señor...que llevo ya la tripa atada y no suelta.

MÁSCARA I.- (Se ríe) Quiten vuesas mercedes, que el olor no es otro que el que sale al abrir la puerta de la Posada de las Ánimas...

POSADERA.- (Lanza un papirotazo a la Máscara I) ¡Calla, maldito y no calumnies! (Señala orgullosa) Aquí tenéis, señores, la Posada de las Ánimas, famosa en la historia, acogedora, limpia...(La Máscara I se tira de risa y la Posadera le lanza otro papirotazo) ¡Tan limpia que yo misma me encargo de limpiarla!

DON QUIJOTE.- (Admirado) ¡La Posada de las Ánimas! Mayor es su fama que la del Sol de Cuenca o la del Mirador de Toledo...

POSADERA.- Y barata, aún con los precios de los antiguos romanos... Un as por el pan... un sestercio por el vino... dos ases por la torta de harina, ocho por la moza (Saluda elegante) que soy yo, Marimeneo, y a vuestro servicio quedo... y dos ases por la paja de vuestro caballo... y el burro... Que traducido al cristiano son... (Cuenta con los dedos)... cinco reales y tres maravedíes...

DON QUIJOTE.- ¡Pues, sea! Que con precios romanos, se entienden los cristianos.

Entran todos en la Posada de las Ánimas.
 (...continuará)

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