Continúan
las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza en Mérida. En estos
capítulos, Miguel Murillo nos narrá como el ingenioso hidalgo fue
nombrado Caballero de la Ilustre Pitarra de la Mártir y su encuentro con
el historiador local Moreno de Vargas.
ESCENA III.- DONDE SE CUENTA CÓMO DON QUIJOTE ES NOMBRADO
CABALLERO DE LA ORDEN DE LA ILUSTRE PITARRA DE LA MÁRTIR Y VELA ARMAS EN LA
PUERTA DE LA VILLA.
En escena
tenemos el interior de la Posada de las Ánimas. Banquetas, mesas, jarras de
vino, gancho en el centro donde cuelga un puchero, y un Posadero jorobado y
narigudo que llega desde la calle con ánimos destemplados.
POSADERO.- (Llega
blandiendo un garrote y lanzando imprecaciones desde la puerta de la Posada a
alguien que está en la calle) ¡Id a tomarle el pelo a vuestro señor el
Conde de la Roca, bribones! ¡Que la Posada de las Ánimas es un lugar honesto y
limpio! ¡Y no que dicen haber cerrado ya las puerta al vino! ¡Pues menuda
borrachera traen esos lacayos! (Grita) ¡Marimeneo, Marimeneo! ¿Dónde
estás posadera perezosa?
Llega corriendo
la Posadera o Marimeneo, como gusten llamar, trae un trapo de fregona, greñas,
delantal con mugre, y aires de sofocada.
POSADERA.- ¡Que
esto no es vivir, leñe! Siempre arriba, abajo, a las cuadras, a los fogones...a
los cuartos...a la alacena...¡Mirad que tengo casi veinte años y no conozco
otra cosa que esta Posada!
POSADERO.- Para
eso te pago... y te cuido...y te pego con el garrote... (La amenaza) ¿Y
qué?
POSADERA.- ¿Qué
de qué?
POSADERO.- Ese
loco de la armadura y su escudero...¿Ya te pagaron?
POSADERA.- Aún
no... No sé qué dice ese tal caballero de una deuda con un encantador...(Coqueta)
Y que si yo estoy también encantada...que si mi piel... y algo del
Toboso... (Más coqueta) ¡Y me requiebran él y su escudero!
POSADERO.- (La
amenaza otra vez con el garrote) ¡Infeliz! ¿Aún te crees las patrañas de
ese loco?
POSADERA.- (En
tono de disculpa) Si la requiebran a una... ¿qué hago?
Llega Don
Quijote vistiendo camisón largo y gorro de dormir.
DON QUIJOTE.- (Al
Posadero) ¡Legiones de chinches, piojos y pulgas me quitan sitio en el
jergón! ¡Aquí no hay quien duerma!
POSADERO.- ¡Ya!
Y ahora me diréis que son esas chinches las que le han sisado los reales que
tenía para pagarme...
DON QUIJOTE.- Bien
pudieran... Pero creo que la fama de este lugar esconde más de una mano
larga... que es ducha en sisar reales...
POSADERO.- (Amenaza
a Don Quijote con el garrote) ¡Nunca permitiré que el honor de esta posada
sea malherido!
DON QUIJOTE.- No
se mantiene el honor con la boca sino con el ojo...
POSADERO.- ¿Ya
habéis decidido el día en el que vais a pagarme?
DON QUIJOTE.- Cerca
está porque debéis saber que ayer mientras recorría esta hermosa ciudad,
escuché a unos malandrines levantar injurias y menosprecios contra la Mártir
Santa Eulalia...
POSADERA.- ¡Nunca!
DON QUIJOTE.- Y
acercándome a ellos...pude adivinar que no eran otros que aquellos suevos que
iban entre las huestes del malvado rey Hermenerico, el que asolaba la Lusitania
y amenazaba Mérida...
POSADERO.- ¡No
puede ser!
DON QUIJOTE.- ¡Y
les he retado!
POSADERA.- (Asombrada)
¡Les ha retado!
DON QUIJOTE.- ¡Y
juro por el honor de la Caballería Andante y por el de la Santa Mártir, que no
sólo a ellos sino a su rey Hermenerico, abatiré en el cerro de San Albín, lugar
principal y elevado desde el que veréis todos la mayor de las victorias que
nunca contempló esta villa!
POSADERO.- ¿Y
entre tanto, cama, comida, y paja, de gorra?
POSADERA.- Y
moza.
DON QUIJOTE.- ¡Hombre
de poca fe! ¿Y las ganancias y tesoros que nos llegarán cuando derrotado el
suevo, recibamos el galardón de las manos del propio rey Guiserico?
POSADERA.- ¡Y
bien ricos que han de ser tales señores y reyes que empiezan el nombre con
rarezas y acaban todos en ...rico...! (Imita a Don Quijote) ¡Hala!...el
Rico...¡Guisa!...el Rico...Todos ricos...menos nosotros.
POSADERO.- ¡Jamás
vi locura igual!
DON QUIJOTE.- Vuelvo
a mi aposento y a intentar aposentarme... si me dejan las chinches... (Sale)
POSADERO.- (Se
mesa los cabellos) ¡Maldito de mí! ¡Idiota! ¡Memo! Mira que hacerme caso de
tal personaje...que no es otro que cuento de novela, palabrería hueca...y mucha
imaginación...
POSADERA.- Y
mucho valor que tiene...(Asombrada) ¡Ha retado al encantador!
POSADERO.- (Le
atiza una colleja) ¿Valor? ¡Tonta! Que te dejas engatusar por el primero
que llega a la posada...¿Desde cuándo no existen esos tales caballeros? ¿No te
das cuenta de que todo es una patraña, una burla, un truco para dejarme a mí
sin mis reales y a ti...sin lo que tú sabes y la boca abierta por mema?
POSADERA.- (Se
indigna) ¡Ah! ¿Sí? ¿Ésas tenemos? Pues no saben cómo las gasta Marimeneo...
(Piensa) ¿Y si a su burla, si es burla, añadimos la nuestra? ¿Acaso no
nació la burla en una posada y la crió un posadero como bien se decía en “El
Buscón” o en “Rinconete y Cortadillo”?
POSADERO.- ¿Y
qué se te ocurre, Marimeneo?
POSADERA.- No
serán las chinches quienes le tengan en vela, sino nosotros...(Toma unos
trapos que por la Posada están y se cubre la cara como una hurí o moza de
serrallo. Luego coge un estropajo que pone al Posadero a modo de barbas, un
cucharón y un jarro lleno de agua que se los da al Posadero. Y, finalmente,
toma unas trébedes pequeñas que cuelgan en la pared y se las coloca al Posadero
a modo de corona)
POSADERO.- (Extrañado
y mirándose la pinta que le ha puesto la Posadera) ¿No acabaron ya las
máscaras de Santa Eulalia?
POSADERA.- Acabaron
las máscaras y empezó la comedia...(Se sitúan los dos muy centrados como
reyes de cocina, y la Posadera grita) ¡Sancho! ¡Sancho! ¡Llegaos de
inmediato!
Sancho atándose
los calzones y con cara de sueño, llega a la cocina y queda maravillado ante lo
que ve.
SANCHO.- ¿Sigue
siendo sueño lo que estoy viendo?
POSADERA.- (Teatral
con su voz y sus gestos) ¡Inclinaos, amigo Sancho! Porque estáis ante el
mismísimo rey de Mérida, Abdalasis, hijo de Muza, rey de la morería, (Señala
al Posadero) y ante mí, su esposa, la reina Egilona, la que antes fuera
esposada con el rey Don Rodrigo, el que perdió a España...
SANCHO.- (Abrumado)
¡Oh, magnífica aparición! ¿Y qué queréis tan poderosas personas?
POSADERA.- Avisad
a vuestro señor Don Quijote porque una misión de entuertos deberá realizar esta
misma noche.
SANCHO.- ¿Y no
puede esperarse hasta que amanezca?
POSADERA.- Un
rey no espera al alba.
SANCHO.- Si es
así...iré. (Sale a escape)
POSADERO.- ¿Te
has vuelto loca, Marimeneo?
POSADERA.- Dejadme
hacer... (Con burla) mi señor esposo, rey de Mérida... hijo de Muza...
Llega Don
Quijote en camisa de dormir acompañado por Sancho que porta su armadura y sus
armas.
DON QUIJOTE.- (Hace
una reverencia) ¿Qué se os ofrece, altísimos señores?
POSADERA.- Acércate,
Caballero de la Triste Figura... para recibir el golpe de honor de mi esposo,
el rey Abdalasis...
Don Quijote
se acerca y el Posadero le pega un cucharonazo en la cabeza.
SANCHO.- No
apretéis el porrazo que nunca la lleva buena del todo.
DON QUIJOTE.- Calla,
Sancho... y escucha a estos dueños que, sin duda, necesitan de mis servicios
para una causa elevada...
POSADERA.- El
caso es que mi esposo, el buen rey de Mérida, hijo del moro Muza, ha perdido el
habla por un fuerte encantamiento. (El Posadero sigue el juego y emite
gruñidos) Y al igual que él... sabemos que hay otros hijos de Mérida que lo sufren... (Piensa) El
propio comendador de Mérida, Don Pedro Ruiz de Sandoval, al que ese
encantamiento le ha desfigurado la cara tal que le llaman “Hocico de Puerco”
por su fealdad y no se atreve a decir ni “mu”... y hasta las aguas que llegan
desde el acueducto a muchas casas por el caño de la calle de santa Eulalia, son
capaces de dejar mudos a muchos vecinos... Y, ¡lo que es peor!...está
enmudeciendo hasta el propio nombre de Mérida... que ya casi no se oye por
ahí...
DON QUIJOTE.- ¿Y
quién es ese terrible encantador del que habláis, señora?
POSADERA.-
Mauregato, el hijo bastardo del rey don Alfonso... el que concediera el tributo
de las cien doncellas...
DON QUIJOTE.- (Indignado)
¡Voto a tal! Que ese Mauregato se las verá conmigo... ¡Ánimo, Sancho, y ensilla
mi corcel, que a las bravas voy!
SANCHO.- Mirad,
señor... Que ese cucharonazo os ha velado el seso... (A punto de descubrir
la añagaza porque al Posadero casi se le caen las barbas por la risa) Y que
la tal reina y el tal rey o son... o mucho se parecen...
POSADERA.- Despacio,
señor Don Quijote... Que para esta hazaña, antes debéis ser armado caballero...
DON QUIJOTE.- Caballero
ya soy...
POSADERA.- Pero no
de Mérida... Que como todos saben, tiene fueros de la provincia de León, es
reino, y cabeza de partido... Nuestra orden no es otra que la de la Ilustre
Pitarra de la Mártir.
DON QUIJOTE.- ¿Has
oído, Sancho? ¡La Ilustre Pitarra de la Mártir! ¡La Orden más preclara que orla
Mérida!
SANCHO.- Mejor
es el vino que la orden, mi señor... Y para pitarras, la de Carrasco...
DON QUIJOTE.- (A
la Posadera) ¿Y qué he de hacer, altísima señora mía?
POSADERA.- Acercaos
y arrodillaos... (Don Quijote obedece) Y dejad que pronuncie yo las
palabras que os armen, ya que mi esposo el rey no puede hablar... (Don Quijote se inclina ante la
Posadera y ésta toma el cucharón y el jarro) “Yo, la reina de Mérida,
Egilona, en nombre de mi real esposo, Abdalasis, hijo del moro Muza, que se ha
quedado mudo, vengo en nombraros, Caballero de la Ilustre Pitarra de la Mártir,
y defensor de los que no pueden hablar...(Le pega un cucharonazo en el
hombro derecho y le echa agua del cántaro por la cabeza) Y para que, en
cumplimiento de las órdenes de esta Orden...podáis llevar a cabo vuestra misión
de vencer al malvado Mauregato, bastardo entre los bastardos, os ordeno velar
vuestras armas en la Puerta de la Villa hasta que el sol salga por donde deba
salir...” (Otro cucharonazo en la cabeza. El Posadero está a punto de
estallar de risa)
SANCHO.- Mi
amo... ¿Y no es primero el velar armas y luego el ser nombrado caballero?
POSADERA.- Así
es y será en otros reinos... pero en éste de Mérida, se hace al revés... porque
han sido muchos sus reyes, príncipes... obispos y comendadores... que ya no hay
ley derecha... ni norma clara, ni juicio recto...
DON QUIJOTE.- ¡Sea!
Que os juro por mi honor de caballero que en levantándose el sol, habré dado
buena cuenta de ese tal... Mauregato y toda su mauregatería... (A Sancho)
Vamos a la Puerta, Sancho, que la noche es corta y la vigilia espera.
Salen Don
Quijote y Sancho que carga con las armas y la armadura de su señor. Al salir,
el Posadero y la Posadera, muertos de risa, se quitan los disfraces y saltan de
alegría.
POSADERO.- ¡Id con Dios! ¡Caballero de la Ilustre
Pitarra!
POSADERA.- ¡A
dormir donde duermen los mendigos, en la Puerta de la Villa!
POSADERO.- ¡Ojalá y se os cierre para siempre, gorrones!
Las puertas de
la Posada se cierran a la noche y a la Luna.
ESCENA IV.- EN LA QUE DON QUIJOTE VELANDO ARMAS EN LA PUERTA
DE LA VILLA, SE ENCUENTRA CON DON BERNABÉ MORENO DE VARGAS, REGIDOR PERPETUO DE
LA CIUDAD E INSIGNE HISTORIADOR DE LA MISMA.
La imagen de la
pantalla nos lleva hasta la Puerta de la Villa. Las nieblas envuelven a la
figura esbelta y derecha de Don Quijote que con la lanza en una mano, la otra
mano en el pecho junto al corazón, y la cabeza en postura altanera, monta
guardia ante la Puerta y bajo las estrellas. Una Luna que deslumbra preside la
escena.
DON QUIJOTE.- (A
la noche y a la Luna) Aquí me tienes, oh señora universal, Selene...la que
alumbra el templo de Diana y la sacrosanta cima del Cerro de San Serván, mártir
ejemplar e hijo de esta memorable ciudad. Y aquí me tenéis, oh nobilísima
señora Dulcinea del Toboso, presto a iniciar otra nueva aventura que os llene
de honor y gloria el corazón y dé mayor fama a mi nombre. Ante esta honorable
Puerta que se abrió con fastos nunca vistos para ver pasar la majestad de reyes
como Felipe II o Felipe III... Yo, Don Quijote de La Mancha, Caballero de la
Ilustre Pitarra de la Mártir, pido al cielo la fuerza...para unirme en el valor
a los capitanes de Mérida, Alonso de Alvarado, Rodrigo de Orozco, Hernando de
Monroy, Fernando de Vera, Bartolomé de Sandoval o Juan de Mérida, quienes por
sus hazañas sin fin, honran el nombre augusto de tan augusto lugar...(Un
ruido de pasos alerta a Don Quijote que interrumpe su oración de vela) ¿Quién
va? ¿Quién osa interrumpir mi vela?
Entre la niebla
aparece la enjuta figura de Don Bernabé Moreno de Vargas. Nadie podría
diferenciar la figura del Regidor Perpetuo de la de Don Quijote, dado su
parecido increíble.
DON QUIJOTE.- (Desenvaina
la espada ante la sombra que se acerca a él) ¿Quién vive?
MORENO DE
VARGAS.- ¡Eso digo yo! ¿Quién osa cerrarle el paso a un Regidor Perpetuo de
Mérida?
DON QUIJOTE.- (Se
da a conocer) ¡Yo oso! ¡El Caballero de la Ilustre Pitarra de la Mártir!
MORENO DE
VARGAS.- (Se ríe) Hace días que se cerraron las puerta al vino, amigo...
Marchad a dormirla a otro lugar, que éste en el que estáis, está pensado para
mejores acogidas...
DON QUIJOTE.- (Al
verse cara a cara con Moreno de Vargas) ¡Oh, malvado Mauregato! ¿Qué
encantamiento es éste? Venís a mí con mi misma porte y figura... Le miro y me
miro... me mira y me estoy mirando... Como un espejo se ha vuelto la niebla... ¿No
estaré de nuevo ante el Quijote falso de Avellaneda?
MORENO DE
VARGAS.- (También se sorprende por el parecido) ¿Cómo os llamáis?
DON QUIJOTE.- Soy
Don Quijote de la Mancha...
MORENO DE
VARGAS.- ¡No puede ser! ¿En qué parte de vuestra novela se dice que entrasteis
en Mérida?
DON QUIJOTE.- Respondedlo
vos... que vais recorriendo España con malas artes y suplantándome... (Acerca
su espada a Moreno de Vargas) ¡Pero os juro que en concluyendo mi hazaña,
acabaré con vos para siempre!
MORENO DE
VARGAS.- (Ríe) Envainad, amigo Quijote, porque ni soy personaje de
novela como vos, ni me inventó el licenciado Avellaneda... Tampoco estáis ante
ningún encantamiento. Nos parecemos, eso es todo.
DON QUIJOTE.- ¡Ya!
Y así se parecieron gigantes a molinos, ovejas a soldados, y batanes a
cíclopes... Decidme quién sois y qué encantamiento traéis para estas nobles
gentes de Mérida.
MORENO DE
VARGAS.- Mi nombre es Bernabé Moreno de Vargas, y soy hijo de Mérida, Regidor
perpetuo de la Villa y en mis ratos libres, historiador de sus cosas. ¿Puedo
saber qué hacéis en esta Puerta a estas horas?
DON QUIJOTE.-
Velo mis armas luego de ser nombrado Caballero de la Ilustre Pitarra por la
reina Egilona y el rey Abdalasis...con el fin de acabar con el encantamiento
del malvado Mauregato que deja mudos a quienes mira...
MORENO DE
VARGAS.- ¡Hombre de Dios! ¿No sabéis que estáis hablando de reyes del tiempo de
godos...y reinas del tiempo de los moros, que ambos pueblos se asentaron aquí
después de los romanos?
DON QUIJOTE.- Con
su poder siguen arruinando esta ciudad...Y, lo que es peor, quieren enmudecer
su nombre.
MORENO DE
VARGAS.- Las ruinas de esta ciudad no continúan produciéndose por hechizos o
encantamientos...sino por otras causas que sería largo enunciaros.
DON QUIJOTE.- Estáis
ciego... porque he visto sepultado en el lugar de las Siete Sillas, al mayor de
los Teatros que hizo Roma en Hispania...y también he visto allanado el Circo,
desmembrado el Acueducto, lisiado el Templo de Diana, rotos los columbarios... arruinado
el Foro y vendidas las losas de mármol de los enterramientos de patricios y
otros nobles... Y eso que aún queda mucha gloria y resplandor, y palacios
notables, casonas ilustres y alcázares que bien merecieran acoger a mi amada
Dulcinea del Toboso como reina de Mérida... (Pueden ir desfilando como entre
la niebla los lugares nombrados)
MORENO DE
VARGAS.- Peores cosas se han visto, amigo Don Quijote...Que el haber sido
arrebatada la silla episcopal para beneficio de Santiago de Compostela no es
poco daño también...
DON QUIJOTE.- (Con
cautela) ¡Con la Iglesia hemos topado, amigo Bernabé!
MORENO DE
VARGAS.- Hasta nuestras ferias han sido tentación de gentes, como la del voto
de San Gregorio, que quiso robarla el ávido conde de Medellín...
DON QUIJOTE.- Sin
duda son muchos los encantamientos y peligros que acechan a Mérida...
MORENO DE
VARGAS.- Pero hay uno mayor que todos...
DON QUIJOTE.- ¿Cuál?
MORENO DE
VARGAS.- El de la ignorancia sobre su historia, sus costumbres, y, sobre todo,
su hidalguía. Gracias a esa ignorancia hay muchos que minusvaloran su nombre,
arrebatan sus privilegios antiguos, no saben administrar sus riquezas, y ,
sobre todo, buscan enfrentarla con aquellos pueblos que desde hace siglos
siempre fueron amigos...
DON QUIJOTE.-¿Me
queréis hacer creer que toda esta ruina, estos despojos, y esa historia de la
que habláis y sobre la que escribís, es ignorada aún por alguien?
MORENO DE
VARGAS.-Amigo Quijote, sed bienvenido a esta vuestra ciudad. Porque me temo que
hacen falta muchos como vos para lograr hacer hablar a esos mudos...que callan
porque no saben...Os invito, para que vuestro conocimiento sea mayor, a pasear
conmigo mañana las calles de la ciudad y comprobar con vuestros ojos cómo se
engalana con nuevos y hermosos templos y conventos como el de Santa Clara, o el
de San Andrés, y hasta la maravilla de fábrica y compostura del convento de las
concepcionistas…y, cómo no, a visitar la colección de restos que el señor Conde
de la Roca guarda y estudia...(Soñando) Quién sabe si en un futuro esos
restos estarán ordenados y puestos para enseñanza de quienes lleguen a Mérida,
en algún Museo de importancia...
DON QUIJOTE.-
Acepto vuestra invitación...pero ha de ser después del alba porque un Caballero
deberá completar su vela...
MORENO DE
VARGAS.- Velad, Don Quijote, velad por Mérida... velad en vuestra poesía
inimitable por esta ciudad que os necesita... Y adiós, Caballero para siempre de
la Ilustre Pitarra de la Mártir.
Moreno de Vargas
sale de escena. Don Quijote vuelve a su postura en la Puerta de la Villa
velando sus armas de Caballero. Hasta la Luna
sonríe.
(continuará....)
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