En fechas recientes (DOE 18-11-2013 y BOE 27-1-14) el Gobierno de Extremadura declaró el Convento de San Isidro de Loriana, situado en el término de Mérida, Bien de Interés Cultural.
El Monasterio de San Isidro de Loriana se
encuentra en el término municipal de Mérida, aunque muy alejado de la ciudad,
más próximo a las localidades de La Roca de la Sierra y Puebla de Obando. La
zona a la que nos referimos fue ocupada por los caballeros de la Orden de Santiago
en el siglo XIII, fundándose, entre otras, las poblaciones de Puebla de Obando
y Puebla de Manzanote (luego Roca de la Sierra).
Panorámica del Convento y del Cortijo del Vidrio (Foto Antonio Barroso)
En el entorno del Monasterio de Loriana se creó
con anterioridad, además, el poblado del señorío del mismo nombre. Actualmente
de este despoblado apenas quedan restos físicos, localizables en la vega que
hay entre el monasterio y el “Cerro del Vidrio”. En el siglo XVI es erigido
allí el monasterio franciscano que hoy conocemos aprovechando los restos de una
antigua ermita, tal vez visigótica, dedicada a San Isidro. La fundación quedó concluida
a mediados de la centuria, siendo inaugurada en 1551.
Vista norte del Convento (Foto José Antonio Jiménez)
La construcción principal está resuelta mediante
una fábrica de mampostería de piedra a base casi exclusivamente de lanchas de
pizarra con refuerzo de sillares graníticos en los lugares habituales, así como
el uso de ladrillos en los arcos y otros puntos. El empleo de la pizarra como material
autóctono confiere a la edificación unas características singulares especialmente
atractivas por resultar una solución poco común.
El convento visto desde el lado este (Foto Antonio Barroso)
El monasterio se articula formalmente de acuerdo
con el modelo habitual de las fundaciones franciscanas, constituyendo un
complejo donde se unifican capilla, claustro, estancias y otras dependencias
auxiliares y anejas. El núcleo organizador principal es el claustro, que, como
en todos los centros franciscanos, es de muy reducidas proporciones y de gran
parquedad constructiva. Consiste en un patio de 5 X 5 metros definido por doce
columnas graníticas de orden toscano, de poco más de dos metros de altura, que
sirven de sustento a los ocho arcos de medio punto que forman el claustro bajo.
Este, con un anchura de 1,5
metros, perimetra el patio, y en el mismo se abren los
accesos de comunicación con las demás dependencias conventuales. Las cubiertas
de este claustro bajo están resueltas mediante bóvedas de arista muy sencillas.
El segundo piso del claustro está formado por una segunda galería, compuesta por
igual número de arcos que la inferior, si bien los mismos fueron tapiados en
cierto momento, quedando solo, en algunos, pequeñas ventanas para iluminación
de las celdas dispuestas aprovechando su corredor. También son visibles algunas
cruces pintadas en las paredes del claustro bajo. En el centro del patio aún
era visible en 1988 un pozo con brocal cuadrado, actualmente desaparecido.
Patio interior del convento (Foto José Antonio Jiménez)
Adosada directamente al claustro por el costado
septentrional se encuentra la capilla del monasterio. Sobre la misma se ubica
una espadaña. Se resuelve la capilla como una construcción de reducidas
dimensiones (12 X 5 metros)
de una sola nave, dividida en tres tramos, el primero ocupado por un coro alto.
La cabecera consiste en un pequeño ábside de forma cuadrangular de 2,5 X 2,5 metros, algo
sobreelevado respecto al nivel de la nave. Ante los pies de la capilla se
dispone un atrio cubierto con bóveda de arista, al que se accede por un arco abierto
en su parte frontal, y posteriormente cegado casi por completo. En dicho atrio
se encuentra una curiosa chimenea-horno, de interés. En el tercer tramo de la
capilla, por el lado de la Epístola, se abre una puerta de acceso al claustro y
demás dependencias del monasterio. En la misma zona absidial, sobre los muros
de los dos costados, aparecen restos de lo que pudieron ser enterramientos de
los frailes.
Espadaña (Foto José Antonio Jiménez)
Capilla (Foto Antonio Barroso)
Chimenea - Horno (Foto: Antonio Barroso)
Exteriormente la capilla se significa como un
conjunto de gran interés formal, por el destacado protagonismo de los cuatro
sólidos estribos que aseguran la fábrica de la construcción. Entre los dos
centrales, y bajo un amplio arco, se abre el acceso a la capilla desde el
exterior. El conjunto de las dependencias vivideras y demás instalaciones del
monasterio se alzan alrededor del claustro. Destacado interés, desde el punto
de vista plástico, corresponde a la serie de los cinco contrafuertes que, por
el extremo derecho del costado meridional, sirven de apoyo al gran lienzo de
muro que por esta parte compone la construcción. Dichos contrafuertes consisten
en grandes arbotantes, con dos amplios arcos resueltos en material y forma que
evidencian su disposición posterior al cuerpo principal, como refuerzo y apoyo
para el mismo. Aneja al complejo conventual principal, por el extremo
suroccidental, aunque ciertamente como elemento distinto del mismo, se alza una
fuerte torre, de sólida estructura, que por su disposición, materiales y
resolución constructiva, se evidencia como cuerpo distinto del monasterio y de
época distinta.
Los contrafuertes, vistos desde el este (foto Antonio Barroso)
Contrafuertes (Foto: José Antonio Jiménez)
El estado de conservación del bien es muy
deficiente, por lo que se encuentra incluido dentro de la llamada “Lista Roja
del Patrimonio” de bienes patrimoniales en peligro de la asociación Hispania
Nostra. Por tanto, el valor patrimonial de este convento,
ejemplo de arquitectura franciscana, le ha hecho ser merecedor de ser declarado como
Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
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