domingo, 22 de junio de 2014

EDIFICIO DEL TEMPLO DE DIANA: NUEVOS RECONOCIMIENTOS INTERNACIONALES

Con la Adecuación del Entorno del Templo de Diana (construcción de la plaza y edificio perimetral) según proyecto redactado por el joven arquitecto extremeño José María Sánchez se puso en valor un espacio que hasta esa fecha estaba vallado y degradado, sin posibilidad de acceso ciudadano a su interior. 



Vista aérea del Templo de Diana y su entorno. Foto Jesús Rueda - Globo Visión.

El proyecto siguió las directrices establecidas en el Plan Especial de Investigacion Arqueológica y Mejora Urbana del Templo de Diana contenido en el PGOU de Mérida aprobado en 2000, cuyo objetivo era revalorizar este espacio y recuperar su antigua condición de espacio neurálgico de la ciudad.

El edificio sigue la traza del antiguo criptopórtico de época romana y se eleva sobre la plaza del Templo para liberar los restos arqueológicos, creando una segunda plaza o plataforma elevada que envuelve el monumento. Es una construccion sencilla, sin estridencias, para servir de telón de fondo neutro que no quiere competir con el entorno del Templo.



Imagen del recinto antes de  la construcción de la plaza y el edificio perimetral. GloboVisión - J. Rueda

Desde su terminación en 2010, el edificio ha recibido diversos premios premios internacionales de arquitectura de reconocido prestigio, el último de ellos el BSI Swiss Architectural Award.

El Diario Hoy de hoy domingo 22 de junio, recoge una interesante entrevista de la periodista María de los Ángeles Morcillo con el arquitecto autor del proyecto.


José María Sánchez García, natural de Don Benito (Badajoz), es el ganador de la cuarta edición del BSI Swiss Architectural Award, un premio internacional de arquitectura que concede la Academia de Arquitectura Suiza. Tiene perioricidad bianual y pretende llevar a la atención pública el trabajo de arquitectos del mundo que no hayan superado los 50 años y cuyas obras contribuyan al debate y a la práctica arquitectónica contemporánea. Sánchez fue seleccionado entre 27 candidatos procedentes de 16 países. El jurado le ha otorgado por unanimidad el premio por la recuperación del entorno del Templo de Diana (2005-2008), el centro de innovación deportiva 'El Anillo' de Guijo de Granadilla, Cáceres, (2008-2009) y el centro de remo de Alange, Badajoz (2008-2010).

Centrándonos en el edificio que rodea la plaza del Templo de Diana ¿este premio supone que las cosas en este lugar se hicieron bien a pesar de las muchas críticas recibidas?
Ha sido una ilusión tremenda por el prestigio que tiene el galardón, un premio que marca en qué dirección va o debe ir la arquitectura de referencia internacional. Además, es la primera vez que se lo dan a un arquitecto europeo, lo que es una satisfacción doble.
¿Qué significado tiene para usted esta obra arquitectónica que le han reconocido ya en varias ocasiones?

Lo es todo. Es el primer edificio con el que ganamos un concurso importante en el estudio. Es un proyecto que, desde que se gana el concurso hasta que se termina de construir, pasan varios años. Durante este periodo me voy a Roma a estudiar arquitectura romana. Es un edificio importante y, poco a poco, creo que se va a ir entendiendo. La gente cada vez lo acepta más, porque va comprendiendo que lo que hemos pretendido desde el principio es recuperar el espacio que había alrededor del Templo de Diana. Nos encontramos con un solar completamente irregular, con una valla, donde nadie podía acceder al templo. Junto al Consorcio de la Ciudad Monumental y su director, Miguel Alba, que se involucró mucho en el proyecto, arrancamos con la intención de recuperar ese vacío, ese orden que existía en la época romana. Para que el templo se pudiera valorar como se valora ahora necesitaba una geometría alrededor, un edificio que recuperara aquellas trazas que existían y que se perdieron. Fue una operación casi de cirugía, pues tuvimos que quitar ciertos elementos que rompían el espacio público del templo. Se tomó una decisión importante y difícil de liberar absolutamente el templo, de crear una gran plaza alrededor y que el edificio lo rodeara sirviendo de fondo para el monumento.

¿Cómo se trabajó el edificio y cuáles son sus características?

Se ha trabajado con una arquitectura, una técnica y unos materiales propios de nuestro tiempo. Hay que entender que la arquitectura debe corresponderse con los medios que tenemos ahora mismo. No podemos trabajar como lo hacían los romanos porque ni sabemos cómo construían ellos ni tenemos esclavos. Hemos trabajado de un modo contemporáneo pero con un respecto absoluto al templo, donde lo principal es el monumento, insistiendo en que nuestro edificio es tan solo un complemento que necesitaba el templo y que necesitaba este espacio público. Creo que realmente lo realza.
 

De todas formas, ¿entiende toda la polémica que se ha generado en torno a la construcción de este edificio, opusiéndose muchos vecinos a él?

Sí lo entiendo. Y de alguna forma creo que es un hecho que demuestra que es un edificio con un valor. La arquitectura es complicada y se tarda un tiempo en entender. La arquitectura contemporánea, siempre y cuando sea respetuosa con el lugar en el que está actuando, tiene que llevar un lenguaje contemporáneo. Es absolutamente necesario. Pero para entenderlo la gente necesita tiempo, pues las personas tienen una memoria de este lugar y modificar la memoria no es fácil. Pero creo que es un edificio positivo para el templo, positivo para Mérida y que, poco a poco, va a generar un nuevo centro en la ciudad y va a recuperar lo que fue el punto principal de Emérita Augusta en época romana.

¿Echa en falta que todavía no se le haya dado al edificio el uso para el que fue construido?

Sí, por supuesto. La arquitectura es un arte, una técnica que lleva mucho tiempo. Desde que pensamos un proyecto hasta que se llega a construir pasan muchas cosas. También lleva tiempo gestionar un edificio como este. Si se consigue dar un uso adecuado a este edificio va a generar una riqueza y una referencia nueva en Mérida muy importante. Creo que una de las claves del premio es el hecho de que este edificio se entiende en ese equilibrio pero sin perder el carácter arqueológico, con ese suelo en tierra, con sus restos muy cercanos al visitante...

Supongo que ver su obra llena de grafittis y pintadas y atacada por actos vandálicos duele ¿no?
Eso duele mucho. Un poco en broma decimos que siempre y cuando pinten en nuestro edificio y no en el propio templo, si sirve para que se desfoguen y para amortiguar el golpe... pues bueno (ríe). Ya fuera de broma. Nos parece bien que se haya convertido en un lugar de reunión para los jóvenes. Pero la gente debe entender que es su propio lugar y que tienen que respetar el patrimonio. Se dudó muchísimo de si el templo debía o no que tener valla y creo que ha sido un reto para Mérida y para todos los que han participado en este proyecto que el templo sea un edificio que se pueda tocar, que la gente se pueda acercar a él, que sea patrimonio pero algo público y vivo. Y eso es solo posible si hay respecto hacia él. También creo que en el momento en el que se vea una pintada en un edificio hay que quitarla, es necesario. En el momento en el que haya un mantenimiento fuerte y una atención al edificio, la gente entenderá que se trata de un lugar especial y creo que se conseguiría respetar mucho más. (...)"

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